EL ENCANTO DEL CERRO "LA GARITA"
Camino hacía Zorritos, entre muchos cerros que bordean la Panamericana, está uno conocido ancestralmente como "La Garita".Aquí, contaban los viejos piareros que después que se empezó a explotar el petróleo en la localidad de Zorritos, los comerciantes "de aburro" llevaban a vender los productos de sus chacras a este pueblo petrolero. Un grupo de agricultores, cada uno en sus respectivos jumentos, se trasladaban a esta localidad donde vendían sus productos de panllevar: choclos, plátano dominico, yuca, camote y frutas como papaya, badeas, guanábanas y chirimoyas. Zorritos sólo producía petróleo. El sistema laboral en este lugar impuso un tipo de salarios y sueldo definitivamente superiores a los recibidos por trabajadores y empleados del resto de Tumbes. A la vez, fue un tentador mercado para los agricultores; muchas veces,algunos de ellos, o sus hijos conseguían trabajo en este pueblo, trocando así, su forma de vida, de la agricultura a la industria petrolera. Generalmente los comerciantes "de burro" empezaban a viajar a partir de media noche para amanecer en el lugar al que había decidido llegar: Zorritos. Partían el día viernes entre las doce de la noche y una de la madrugada, para poner a la venta su mercancía cada fin de semana: el sábado o domingo.
Contaban también los piareros que en la madrugada, salía de aquel cerro una dama alta, delgada, vestida toda con un traje blanco, reluciente, cabellos largos sueltos, que se ondeaban movidos por el viento y la brisa que venía del mar. La cabellera le llegaba a la cintura. Andaba descalza, bajaba algunas madrugadas en busca de alguien que la desencantara, esto es, que la sacara del tunel lleno de oro. Una madrugada uno de los campesinos, joven de características atléticas, se propuso alcanzarla y detenerla, pero la dama empezó a trepar el cerro con mucha facilidad. El perseguidor no había reparado que a la entrada del cerro, en la cueva, había un hombre, alto, moreno, fornido, que hacía las veces de guardián. Este cuidaba la cueva. En la entrada permanecía de pie, dispuesto a atacar a quien o quienes osaran ingresar. El lugar era una especie de túnel con paredes recubiertas todas con oro.
Cuando los rayos del sol penetraban producían relumbrones impactantes que herían los ojos de quienes, por la ladera, pasaban cerca de este lugar; caso similar ocurría en la noche de luna. Este astro producía efectos similares, pero menos fuertes que lo que sucedía en el día cuando los rayos del sol penetraba en el túnel, oportunidad propicia para que la dama de blanco saliese de su escondite. La dama encantada era la única que sabía como bajar y subir,pues en ladera del cerro, había grandes rocas y precipicios que dificultaban el subir y bajar a ese lugar.El joven logró burlar al moreno guardián, pero no salió nunca. Quedó encantado. O tras veces, la dama llegaba cerca al camino. Tan pronto se acercaban los comerciantes, iniciaba su estampida, pero nadie la seguía por temor a quedar como estatua, petrificado al interior de la cueva. Dicen antiguos pobladores que en ese cerro, aún está el encanto y que en él siempre se ve a la dama de blanco y el moreno guardián, continúan como celosos defensores de este tesoro. La dama guarda aún el momento en que acabe el encanto o hechizo y pueda volver a la realidad.
Contaban también los piareros que en la madrugada, salía de aquel cerro una dama alta, delgada, vestida toda con un traje blanco, reluciente, cabellos largos sueltos, que se ondeaban movidos por el viento y la brisa que venía del mar. La cabellera le llegaba a la cintura. Andaba descalza, bajaba algunas madrugadas en busca de alguien que la desencantara, esto es, que la sacara del tunel lleno de oro. Una madrugada uno de los campesinos, joven de características atléticas, se propuso alcanzarla y detenerla, pero la dama empezó a trepar el cerro con mucha facilidad. El perseguidor no había reparado que a la entrada del cerro, en la cueva, había un hombre, alto, moreno, fornido, que hacía las veces de guardián. Este cuidaba la cueva. En la entrada permanecía de pie, dispuesto a atacar a quien o quienes osaran ingresar. El lugar era una especie de túnel con paredes recubiertas todas con oro.
Cuando los rayos del sol penetraban producían relumbrones impactantes que herían los ojos de quienes, por la ladera, pasaban cerca de este lugar; caso similar ocurría en la noche de luna. Este astro producía efectos similares, pero menos fuertes que lo que sucedía en el día cuando los rayos del sol penetraba en el túnel, oportunidad propicia para que la dama de blanco saliese de su escondite. La dama encantada era la única que sabía como bajar y subir,pues en ladera del cerro, había grandes rocas y precipicios que dificultaban el subir y bajar a ese lugar.El joven logró burlar al moreno guardián, pero no salió nunca. Quedó encantado. O tras veces, la dama llegaba cerca al camino. Tan pronto se acercaban los comerciantes, iniciaba su estampida, pero nadie la seguía por temor a quedar como estatua, petrificado al interior de la cueva. Dicen antiguos pobladores que en ese cerro, aún está el encanto y que en él siempre se ve a la dama de blanco y el moreno guardián, continúan como celosos defensores de este tesoro. La dama guarda aún el momento en que acabe el encanto o hechizo y pueda volver a la realidad.
