lunes, 28 de noviembre de 2016

EL ENCANTO DEL CERRO "LA GARITA"


Camino hacía Zorritos, entre muchos cerros que bordean la Panamericana, está uno conocido ancestralmente como "La Garita".Aquí, contaban los viejos piareros que después que se empezó a explotar el petróleo en la localidad de Zorritos, los comerciantes "de aburro" llevaban a vender los productos de sus chacras a este pueblo petrolero. Un grupo de agricultores, cada uno en sus respectivos jumentos, se trasladaban a esta localidad donde vendían sus productos de panllevar: choclos, plátano dominico, yuca, camote y frutas como papaya, badeas, guanábanas y chirimoyas. Zorritos sólo producía petróleo. El sistema laboral en este lugar impuso un tipo de salarios y sueldo definitivamente superiores a los recibidos por trabajadores y empleados del resto de Tumbes. A la vez, fue un tentador mercado para los agricultores; muchas veces,algunos de ellos, o sus hijos conseguían  trabajo en este pueblo, trocando así, su forma de vida, de la agricultura a la industria petrolera. Generalmente los comerciantes "de burro" empezaban a viajar a partir de media noche para amanecer en el lugar al que había decidido llegar: Zorritos. Partían el día viernes entre las doce de la noche y una de la madrugada, para poner a la venta su mercancía cada fin de semana: el sábado o domingo.
Contaban también los piareros que en la madrugada, salía de aquel cerro  una dama alta, delgada, vestida toda con un traje blanco, reluciente, cabellos largos sueltos, que se ondeaban movidos por el viento y la brisa que venía del mar. La cabellera le llegaba a la cintura. Andaba descalza, bajaba algunas madrugadas en busca de alguien que la desencantara, esto es, que la sacara del tunel lleno de oro. Una madrugada uno de los campesinos, joven de características atléticas, se propuso alcanzarla y detenerla, pero la dama empezó a trepar el cerro con mucha facilidad. El perseguidor no había reparado que a la entrada del cerro, en la cueva, había un hombre, alto, moreno, fornido, que hacía las veces de guardián. Este cuidaba la cueva. En la entrada permanecía de pie, dispuesto a atacar a quien o quienes osaran ingresar. El lugar era una especie de túnel con paredes recubiertas todas con oro. 
Cuando los rayos del sol penetraban producían relumbrones impactantes que herían los ojos de quienes, por la ladera, pasaban cerca de este lugar; caso similar ocurría en la noche de luna. Este astro producía efectos similares, pero menos fuertes que lo que sucedía en el día cuando los rayos del sol penetraba en el túnel, oportunidad propicia para que la dama de blanco saliese de su escondite. La dama encantada era la única que sabía como bajar y subir,pues en ladera del cerro, había grandes rocas y precipicios que dificultaban el subir y bajar a ese lugar.El joven logró burlar al moreno guardián, pero no salió nunca. Quedó encantado. O tras veces, la dama llegaba cerca al camino. Tan pronto se acercaban los comerciantes, iniciaba su estampida, pero nadie la seguía por temor a quedar como estatua, petrificado al interior de la cueva. Dicen antiguos pobladores que en ese cerro, aún está el encanto y que en él siempre se ve a la dama de blanco y el moreno guardián, continúan como celosos defensores de este tesoro. La dama guarda aún el momento en que acabe el encanto o hechizo y pueda volver a la realidad.



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La leyenda de la viuda (Tumbes)



En los tiempos en que Corrales  era un pueblo  pequeño. Cuentan aún, quienes recibieron esta leyenda de parte de sus padres o abuelos, que cerca del actual mercado, había en el lado suroeste, un ceibo. Allí se ubicaba la viuda, especialmente en las noches.  

Desde este lugar emprendía su interesado recorrido.  La viuda empezaba a andar por las calles del pueblo en busca de un lugar apropiado para dar rienda suelta a sus celos o para enterarse del quehacer  de la gente.

Leyenda de la laguna del salitrillo (Tumbes) 


Cerca al caserío de Pocitos, salía un personaje vestido de blanco que ofrecía ayuda a todo quien se la solicitaba, pero a condición de que la persona favorecida estampara en un cuaderno su nombre escrito con su propia sangre.


Hubo un poblador apellidado Cavero, muy conocido por su valentía e intrepidez, que después de recibir la ayuda, se negó rotundamente a firmar el diabólico cuaderno y al poco tiempo el fornido hombre cayó enfermo, falleciendo a consecuencia del castigo del personaje de la laguna.    


Se cuenta que muchas personas conocedoras de estas apariciones diabólicas, optaron por excavar la laguna, presumiendo el hallazgo de un rico tesoro. Pero el esfuerzo fue vano. Se asegura que tal tesoro se hundía más, a medida que se cavaba, terminando al fondo por la ambición desmedida de quiénes lo buscaban”.

Leyenda del Ceibo del Diablo (Tumbes)



“Cerca del Caserío de Uña de Gato, se encuentra un hermoso y frondoso ceibo que se le conoce con el nombre de “Ceibo del diablo”, debido a que en dicho lugar y a las doce de la noche aparece un personaje endemoniado que se lleva al infierno a toda persona que se encuentra vagando por tal sitio.

Son muchas las personas que han sido víctimas de este maleficio y la credulidad popular es tan arraigada que mucha gente antes de pasar por este sitio, se santigua con todo respeto y recogimiento”. 

Leyenda de la Playa Yacila (Piura)

Cuenta la leyenda la playa de Yacila acerca del origen de este nombre unos dicen que viene de dos palabras que se unieron. Un joven llamado Zila vivía en esa playa, y cuando sus familiares lo llamaban, le decían “Ya Zila”, y al unirse estas dos palabras, llamaron a esta atrayente playa “Yacila”.
Según otros el origen de la palabra se remonta a los tiempos del último inca de una región llamada Chinchasuyo. Había entonces una familia muy respetada y en ella siempre se destacaba el hijo mayor como sabio, o sea, Amauta.
En aquel tiempo la tribu nombró como cacique a un hombre llamado Yucay, el cual era enemigo del Amauta. Siempre, desde su infancia, el hijo de la familia se había distinguido por su ingenio, es decir, el hijo de la familia respetada. Este hijo era entonces Huayna, contemporáneo de Yucay. En cambio Yucay era envidioso, y siempre buscaba la forma de deshacer el trabajo de Huayna, pero éste, que era más hábil que Yucay, lograba evitarlo.
Pasaron algunos años hasta que Yucay se destacó como guerrero y lo elevaron a cacique. Lo primero que hizo fue expulsar a la familia de Huayna, y ordenó que se retiraran en secreto, durante la noche. La familia de Huayna se componía de siete personas, y salieron en más de 100 llamas, pues se les permitió que llevaran sus tesoros.
El viaje fue penoso, hasta que llegaron a una playa solitaria. Y sintieron temor; pero luego se acostumbraron a la soledad, y decidieron quedarse. Y empezaron a construir sus viviendas.
Pero como la felicidad nunca es duradera, cierto día unos indios desconocidos, incivilizados, llegaron a perturbarles su tranquilidad, atacándolos. Ellos pensaron en salvarse y se embarcaron en un gran bote, gimiendo y pidiendo ayuda. Mas, viendo que todo era inútil, resolvieron callarse.
La familia de Huayna continuó navegando en su canoa, cantando himnos al sol, y en sus estrofas decían varias veces: “Yacila, Yacila”. De allí que la gente de aquellos tiempos optó por llamarle a este lugar Yacila.
Leyenda la playa de Yasila

El canto del cerro de las Capullanas (Piura)

Allí en la GUANERA, cerca de la Tortuga, dicen que hay un túnel, adentro hay bastantísimio huesamento de animales, será de personas. El mar entra hasta ciertas partes, pero pa´ dentro, bien pa´ dentro no llega el agua.
Dicen que también ahí es encanto, es como un camino, creo que ahí pasaba la gente antes, los españoles, por ahí dicen que han ingresado, ahí han llegado unos americanos a sondear la cosa.
En la Tortuga sí se han encantau ahí, pero los han encontrau alla por un sitio que le llaman las Capullanas al norte de Talara, por allá por Lobitos. Y dicen que intentaban rescatarlos, iban allá a rescatarlos pero se encantaban, porque para sacar una persona encantada de un encanto dicen que cuesta mucho.
En conversaciones se ha escuchado, parece que han sacado a un encantao, han sacao, pero los brujos, ésos que andan con los chontes… hay que comprar muchas cosas pa´ poderlo sacar.
. Conversan que una vez un encantao ya lo sacaban; llegó dicen, que lo sacaron de allá del encanto, y la familia por no haber comprado una cosa que le dijo el curandero que compre, les fallo… Dicen que comenzaron a gritarle su nombre, le gritaban; no hacía caso, pallá como andaba. Viven ahí, es una vida, ya pues otra vida que tienen ellos… y al fin que llegó, llegó… “¡Ven que te estamos buscando ¡” ¡somos tu familia le decían, y él ni siquiera se daba cuenta!, “ ¿Qué quieren? ”, “ ¿Qué quieren? ” antes más bien molesto, qué, qué querían, que él allí vivía… ¡no! Le dicen ¡ven!, ¡ven! Ya lo tenían pa´ que lo bajen… entonces el brujo le dijo a uno de sus familiares “¡preste el que le dije que compre! No sé cómo se llama, pero es un olor, un fermento bien rico “no lo hemos comprado, porque nos hizo falta plata”, ¡uishh! Le dice lo mejor no han comprao” oigan que si van con eso si se lo atraen, ya lo tenían en la mano sino que les falto eso. Dicen que cuando ya se les iba ya no llegaba, se cerró ¡pum! Se cerró el cerro, se cerró el encanto. Entonces les echó la culpa “no vayan a creer que yo… el trabajo ha estau bueno, ya el hombre estau acá, pa´ cogerlo y llevarlo, y ya ven porque no han comprau eso ya se nos fue” ya lo tenían cerca y se cerró el encanto y dice que se regresó vuelta… Eso pasa en las Capullanas.

En las Capullanas hay encanto. Hay que tener mucho poder pa´ irse contra el encanto, porque de repente antes nos quedamos encerrados ahí. Dicen que ahí el encanto es como un pueblo grande… dicen que ahí hay mercadillos; gente de ahí que están encantaos, pero ya tienen otra compresión, ya no están de esta vida, están ya de otra manera de vivir ya.

Leyenda del Señor Cautivo de

Ayabaca (Ayabaca)


Tres hombres vestidos con impecables ponchos blancos de lana llegaron al pueblo de Ayabaca. Trotaban sobre tres briosos caballos albinos. Eran artistas talladores. Y se comprometieron a esculpir la imagen del Señor Cautivo a condición de que el pueblo guardara absoluta reserva sobre su presencia. Nadie, además, debía interrumpirlos durante sus labores y los alimentos les serían servidos solamente al amanecer. Ningún poblador debía verlos trabajar.
Pasó el tiempo y la curiosidad de los ayabaquinos pudo más que su paciencia. Querían ver los avances de trabajo de los tres misteriosos caballeros. Los pobladores se acercaron a la casa, llamaron insistentemente y, al no obtener respuesta, creyeron que se habían burlado de ellos. Entonces forzaron la puerta. En el interior no había persona alguna y la comida estaba intacta. Pero ante ellos se alzaba, imponente y majestuosa, la escultura de un Nazareno con las manos cruzadas. Sólo entonces se dieron cuenta de que los autores eran ángeles vestidos de chalanes que al concluir la escultura alzaron vuelo y se perdieron. La historia creció, al igual que la fe y devoción, más aun si consideraban todo ello, una "obra de ángeles"; como la llamaron.